Uno de los legados del colonialismo es tratar de alcanzar un ideal occidental de belleza envuelto en rasgos eurocéntricos blancos. Los productos como las cremas para blanquear la piel y las pastillas para adelgazar siguen siendo relevantes en el siglo XXI debido al énfasis en la apariencia sobre la salud y el bienestar. Las representaciones en los medios de comunicación y en las industrias de la moda promueven este legado, creando una percepción de un físico corporal deseable y un “peso normal” que es inalcanzable para muchas personas. Sin embargo, hay cambios mundiales para erradicar estas ideas. En un esfuerzo por combatir la baja autoestima entre niñas y mujeres, la actriz Jameela Jamil comenzó la campaña “I Weigh” para recalcar los logros de las personas en lugar de su peso (“Jameela Jamil”). En Corea del Sur, el movimiento “escapar del corsé” anima a las mujeres a subvertir los ideales de belleza que incluyen “porcelain complexión, luxuriant long hair, lots of makeup and form-fitting dresses” (Kuhn). Las comunidades históricamente marginadas continúan lidiando con la estética occidental de la belleza en un esfuerzo por cambiar las mismas perspectivas que se les ha enseñado a aceptar. En los siguientes ejemplos, los creadores de zine expresan la necesidad de mérito propio, amor propio y cuidado personal referente a sus cuerpos. “Please don’t let them” de Daisy Salinas se preocupa por aquellos que se someten a la pena que se les impone y compran estos productos dañinos. Sarah María Acosta Ahmad y Salinas afirman que el amor propio es un acto revolucionario en oposición a esa pena. Curiosamente, ambos ven el amor propio a mayor escala: no es sólo la aceptación de un individuo, sino la de generaciones enteras de familias que han hecho posible estar vivos hoy.