La “Paz” Porfiriana

Caricatura política que representa al "Sol de la Paz", Porfirio Díaz, observando la explotación del pueblo mexicano en beneficio de la élite europea, 1908.


"El Sol de la Paz", portada
"El Sol de la Paz", portada
Posada, José Guadalupe, 1852-1913 (artist / artista) | Frías, Heriberto, 1870-1925 (author / autor) Maucci Hermanos (México) (publisher / editorial)

Tras décadas de agitación política, la estabilidad establecida por Porfirio Díaz a partir de 1876 le permitió mantener una dictadura. Durante su largo mandato, la economía mexicana floreció gracias a la atracción de inversión extranjera, principalmente destinada a exportar recursos a Estados Unidos y Europa, incluyendo bienes minerales y agrícolas. Para facilitar esta extracción, Díaz canalizó fondos federales e inversión extranjera en la infraestructura nacional: ferrocarriles, telégrafos y puertos. La inversión más impactante fue la ferroviaria, que conectó la capital con Veracruz y con Estados Unidos.

La dependencia del desarrollo nacional en la inversión extranjera, especialmente en el sector agrícola, afectó negativamente a la sociedad rural, que representaba más de tres cuartas partes de la población. Un ejército moderno y las fuerzas policiales locales, conocidas como rurales, reprimían eficazmente cualquier descontento urbano o rural. Estos cuerpos estaban bajo el control de gobernadores porfiristas sin oposición y caciques locales. El gobierno de Díaz llenó cada vez más estos puestos con miembros de las oligarquías regionales, que eran insensibles a las penurias de las clases trabajadoras, imponiendo impuestos y controles sociales opresivos. Aunque obedecían la centralización del poder, las oligarquías del norte resentían la autoridad de la capital sobre sus regiones.

La represión violenta de las huelgas obreras en Sonora y Puebla por parte del gobierno porfirista dejó claro a la mayoría de les mexicanes que su papel era proteger los intereses económicos de estadounidenses y oligarcas. En el sector agrario, los ferrocarriles facilitaron enormemente la exportación de productos agrícolas. En busca de una porción de las ganancias, los grandes terratenientes se apropiaron de tierras comunales “vacantes” y explotaron a la clase rural mediante salarios bajos y sistemas de peonaje, para satisfacer la demanda externa. Así, campesines propietarios se convirtieron en arrendataries que contribuían a los márgenes de ganancia de las oligarquías regionales.

"Francisco I. Madero, Jefe Supremo de la Revolución"
"Francisco I. Madero, Jefe Supremo de la Revolución"
1911
Folleto de candidatura presidencial para Madero
Folleto de candidatura presidencial para Madero
1910

El Movimiento Antirreeleccionista

El envejecido Díaz empezó a perder influencia sobre las oligarquías distantes y control sobre el poder en la Ciudad de México, a medida que políticos porfiristas más jóvenes aspiraban a su sucesión. Para legitimar su gobierno, Díaz organizó elecciones simuladas en 1900 y 1904, que previsiblemente lo declararon ganador. Sin embargo, en las elecciones de 1910 surgió un amplio movimiento antirreeleccionista en las ciudades mexicanas.

Impulsada por la clase media, la oposición política buscaba realizar plenamente las aspiraciones de la constitución liberal mexicana de 1857. La clase trabajadora, largamente explotada por intereses extranjeros, se identificó con el mensaje patriótico y liberal que difundía la prensa obrera. Francisco Madero, un idealista norteño de clase alta, se convirtió pronto en el líder del recién formado Partido Antirreeleccionista, encabezando una campaña popular por todo el país. Ante la inminencia de una derrota, el aparato porfirista reprimió a la oposición, encarceló a Madero y “reelegió” a Díaz en junio de 1910, justo a tiempo para preparar las celebraciones del centenario de la independencia del país.

Inauguración del monumento á Humboldt
"Desfile histórico"
"Desfile histórico—Caballeros-Tigres"
"Desfile histórico—El Emperador Motecuhzoma"
"Desfile de carros alegóricos del Comercio"

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Retrato de Juana B. Gutiérrez de Mendoza
Retrato de Juana B. Gutiérrez de Mendoza
1914-05-08
"Vésper", página 1
"Vésper", página 1
1910-05-08

Luchar con palabras

La influyente prensa de la Ciudad de México ofreció un espacio para que las mujeres rompieran barreras sociales. Juana B. Gutiérrez de Mendoza publicó Vésper y El Desmonte desde la capital, utilizando su plataforma para denunciar a Porfirio Díaz, apoyar a Madero y advertir contra la tiranía. Otras mujeres participaron en la lucha revolucionaria. Cuando Victoriano Huerta tomó el poder en 1913, atacó a la prensa para controlar los movimientos anti-huertistas, lo cual hizo que muchos impresores se mostraran reacios a publicar críticas. Ese mismo año, el senador Belisario Domínguez encontró en María Hernández Zarco a la única persona dispuesta a imprimir su discurso que llamaba a Huerta tirano. Aunque separadas de la acción armada, las imprentas de la Ciudad de México tuvieron implicaciones políticas y sociales fundamentales durante la guerra.